lunes, 2 de junio de 2008

EL TRABAJO ENGRANDECE AL SER HUMANO

NUEVA YORK.- Gloria Angarita y Rolando Bermúdez son dos empresarios procedentes de países distintos que viven en costas opuestas en los Estados Unidos y que no se conocen aunque comparten secretos similares: son indocumentados que se han abierto paso iniciando negocios que _aseguran_ están constituidos siguiendo la ley.

Entre los 12 millones de inmigrantes indocumentados, que según calcula el Pew Hispanic Center residen actualmente en los Estados Unidos, muchos trabajan en construcción y en el sector de servicios, mientras que otros laboran en la agricultura y en el sector del turismo. Sin embargo hay un grupo casi imperceptible que se ha arriesgado a abrir negocios pese a las limitaciones de su status inmigratorio.

Angarita, natural de Medellín, Colombia, llegó a la costa este en el año 2001 y tres años después abrió una panadería. En el 2007 abrió un restaurante, y actualmente reparte su tiempo entre los dos negocios, localizados en Nueva Jersey y Nueva York.

"Cuando llegué comencé cuidando durante dos años a una anciana con quien aprendí a hablar el inglés, mientras que en los fines de semana llevaba los libros de contabilidad de un restaurante del condado de Queens", recuerda Gloria. Al cabo de ese tiempo comenzó a trabajar, administrando el restaurante, cuyo nombre prefiere no revelar.

En el 2004 abrió su propio un negocio: una panadería. Lo hizo con crédito de parte de los proveedores que había conocido mientras administraba el restaurante, que resultó ser el paso determinante para su independencia económica.

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